Todo comenzó como una simple tradición familiar en las épocas más señaladas del año, la repostería más tradicional y hogareña. Pero poco a poco me fue moviendo la inquietud y la necesidad por probar cosas nuevas para ofrecer en las reuniones de las noches de barbacoa. Todo esto desembocó en el afán insaciable de invertir cada minuto de mi tiempo libre en renovarme e innovar y plantearme retos cada vez más altos.
Mis expectativas en la realidad se basan básicamente en perfeccionar mi técnica, y conseguir objetivos que algún día me parecían inalcanzables. Pero principalmente me encuentro sumergida en el intento de sustituir el fondant por otros elementos que aporten menor dulzor al pastel, es decir, utilizar elementos tan tradicionales como el chocolate o la nata, pero con un aspecto totalmente nuevo y renovado.
Por último, contaros un poco sobre mis ideas de futuro, aún bastante indefinidas. Aunque me abordan muchísimos sueños, como tener mi propio negocio, lo que sí que tengo claro es que el dulce siempre tendrá un lugar privilegiado en mi día a día.